¡Oh, Profeta!, dile a tus esposas1: “Si preferís la vida mundanal y sus placeres transitorios, venid que os daré la parte de los bienes materiales que os corresponden y acordaremos un divorcio decoroso2.
Pero si preferís a Dios y a Su Mensajero y la morada que os aguarda en la otra vida, Dios tiene una magnífica recompensa para quienes de vosotras hagan el bien”.